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La frescura de Oscar Niemeyer a 108 años de su nacimiento

El arquitecto brasileño que vivió 104 años es todavía tema de conversación. Aspectos no siempre conocidos mantienen el interés en su vida y obra.
vie 04 diciembre 2015 10:22 AM
Niemeyer 01
Niemeyer 01 - (Foto: UN photo, un.org)

Se ha escrito casi todo sobre la larga vida y carrera del icónico arquitecto carioca Oscar Niemeyer, nacido el 15 de diciembre de 1907: biografías, semblanzas, recuentos y compendios de su prolífica obra, cientos de entrevistas; libros publicados en decenas de idiomas con sus pensamientos, sus trazos, sus vivencias, su arquitectura. 

No han faltado documentales y un volumen considerable de programas especiales, así como la producción de videos por admiradores que abundan en YouTube, algunos tan ingeniosos como aquel donde Oscar vuela su 'nave espacial', que no es otra que el Museo de Arte contemporáneo (MAC) de Niterói, proyecto concluido en 1996, poco antes de cumplir 89 años de edad.

Nota:  El legado arquitectónico de Oscar Niemeyer en Brasil

Su osadía creativa le acompañó siempre, desde sus dibujos infantiles hasta las construcciones que concibió cuando ya rebasaba el siglo de vida. Imposible de abarcar su legado, ciertos aspectos personales y profesionales, que aquí reunimos, ayudan a entender un poco más el magnetismo y la singularidad del llamado "más grande brasileño de todos los tiempos".

Se inició 'tarde' en la arquitectura

Un niño inquieto que prefería faltar a clases para jugar futbol con los amigos; un adolescente que no había decidido qué le gustaba, salvo las chicas, la música y las fiestas, Oscar Niemeyer provenía de una familia de buena posición, con apellidos portugueses y alemanes. Su madre le fomentó la creatividad y siempre celebró sus dibujos, que eran notables desde pequeño.

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Los Niemeyer-Baldo, circa 1932. Foto: Tomada de pt.wikipedia.org.

Casado a los 21 años con Annita Baldo (1909-2004) —quien sería su cónyuge por 76 años hasta el fallecimiento de ella— y padre una sola vez (Anna Maria, 1930-2012), Niemeyer ayudó en la imprenta familiar para ganarse la vida. 

Un año después decidió asumir una profesión y comenzó a estudiar arquitectura en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro. Aunque no fue un alumno ejemplar y su esposa le apoyaba con las tareas, se recibió como ingeniero arquitecto en 1934. Lúcio Costa, quien se convertiría en principal mentor de Niemeyer, había sido director de su alma máter, dejando una influencia que permeó su perspectiva. 

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Desde 1932 había entrado a trabajar sin paga al despacho de Costa y Carlos Leão. De su colaboración y la de otros arquitectos de su generación como Roberto Burle Marx -el paisajista de cabecera de Niemeyer-, Milton Esse y Eduardo Reidy, vendría una primera participación bajo la luz de Le Corbusier: el Ministerio de Educación y Salud en Río de Janeiro, realizado entre 1936 y 1945. 

Con una fuerte participación del pensamiento de Niemeyer y que además fue reconocida por el propio Le Corbusier, quien después lo invitaría al diseño de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, el proyecto quedaría por fin concluido cuando Niemeyer contaba con 38 años. 

En este lapso, el brasileño también comenzó a proyectar en forma independiente su encargo más importante, el Conjunto Pampulha (1940), que edificó en Belo Horizonte y que, como él mismo decía, diseñó en una sola noche.

Fue editor

Su experiencia como impresor, más por inquietud, lo llevó a su proyecto editorial más personal. Por 24 años, vividos en dos épocas, Módulo, revista de arquitectura y artes plásticas, fue creación y escaparate de Oscar Niemeyer, su director. 

Fundada en 1955, prestó sus páginas para divulgar en portugués sus creencias y sus diseños, así como otras expresiones que él encontraba destacables.

En el primer número, publicado en marzo de ese año, se indicaba el espíritu que habría de seguir, palabras congruentes con los ideales más profundos del arquitecto: "Queremos que esta revista, que obligadamente será de interés técnico, y se dirige especialmente a profesionales y artistas, tenga siempre la humildad y la fuerza de dirigirse al hombre común, ese exiliado de nuestro tiempo y de nuestra ciudad".

Portada de Módulo número 1, marzo de 1955. Foto: Anales del Museo Paulista

Heliana Angotti-Salgueiro, doctora en Historia del Arte, ha rescatado una serie de nociones sobre lo que significó Módulo en un contexto amplio: "Las temáticas de la revista en su primera fase evidencian que para los hombres de aquella generación, la arquitectura moderna era indisociable de la afirmación de la identidad y cultura nacionales, no sólo junto a las artes plásticas, sino al patrimonio histórico, la arquitectura vernácula, de aspectos de la naturaleza del país, su folclor, arte popular y otros temas afines […] En Módulo observamos que estos temas van cediendo su lugar a reportajes sobre la construcción y arquitectura de Brasilia, que se tornaron en la materia dominante".

Nota:  'Yo debo diseñar lo que me place': Oscar Niemeyer

Tras el golpe de Estado y la dictadura militar de 1964, Niemeyer fue perseguido al igual que otros colegas y profesores universitarios, lo que provocó casi un éxodo.

Al año siguiente, la redacción de Módulo fue atacada y prácticamente destruida por entero, lo que apuró la salida del arquitecto y su familia del país en 1967. Desde fuera vería con tristeza los acontecimientos de su patria, a la que regresaría hasta la década de 1980. No obstante, la revista había vuelto a circulación desde 1975 y seguiría editándose hasta 1989.

Diseñó dos aeropuertos, pero no concretó ninguno

Niemeyer diseñó el aeropuerto de Brasilia en 1965, pero ya sin Kubitschek y con el gobierno militar dictatorial en pleno, las oportunidades de trabajo y su otrora indiscutible preferencia quedaron limitadas y muy pronto segadas por entero.

Víctima de los cambios políticos, su ciudad adoptiva, a la que desde cero aportó tanto, no cuenta con un aeropuerto realizado por él, tarea que recayó en Tércio Fontana Pacheco, un arquitecto militar que de alguna manera retomó nociones del proyecto de Niemeyer, en particular cierta geometría circular. 

Maqueta del proyecto de Oscar Niemeyer del aeropuerto de Brasilia. Tomada de: niemeyer.org.br

Una terminal modesta siguió operando hasta que el edificio nuevo inició operaciones en 1971. Posteriormente, este aeropuerto se designó como 'Juscelino Kubitschek' en recuerdo del presidente que ideó e impulsó la capital brasileña. 

Ha tenido diversas ampliaciones, pero Niemeyer jamás participó en ellas, aunque sí realizó bibliotecas, museos y más ya en pleno siglo XXI en su adorada capital.

Fragmento de la 'Relación de los proyectos en orden cronológico' publicada por la Fundación Oscar Niemeyer en diciembre de 2007.

Otro intento de aeropuerto se registra cinco años más tarde, esta vez en Manzanillo, Colima. En la relación de proyectos no ejecutados de la Fundación Oscar Niemeyer figuraba como el único pensado para México.

Perdida la oportunidad, es probable que queden algunas imágenes en algún cajón entre los inspirados croquis en el despacho del arquitecto en Avenida Atlántica 3940, con vista a la famosa playa de Ipanema, aunque en listados más recientes de la propia institución ya no es posible encontrarlo.

También construyó casas

No pueden competir en fama con su Palacio de Planalto (1958), su Edificio Mondadori (1968), su Catedral Metropolitana (1970), su Sede del Partido Comunista Francés (1965), ni con su Museo Nacional Honestino Guimarães (2006) o su Centro Niemeyer en Ravello, Italia (2011) o su espectacular torre de televisión digital -conocida como 'Flor do Cerrado' (2012)-, pero sus casas son una reveladora, íntima e importante línea que es tan antigua y moderna como el resto de su obra.

Las primeras viviendas que proyectó, como la Casa Henrique Xavier (1936) o la Casa Oswald de Andrade (1938) no llegaron a construirse, de acuerdo con el libro Oscar Niemeyer, Casas (Gustavo Gili, 2011).

Sin embargo, la Casa Cavalcanti, en Río de Janeiro, le permitió romper con esa racha en 1940. Luego, su primera casa personal -de varias que edificó- la haría a un lado, en 1942. Su característica figura de 'palafito' por sus apoyos verticales visibles, serían la huella de su producción temprana, totalmente alineada con sus diseños de edificios.

Casa Leonel Miranda. Tomada de: Oscar Niemeyer, Casas. Alan Weintraub/Alan Hess. Ed. Gustavo Gili

Para 1952, la Casa Leonel Miranda dejaba ver madurez y propuestas volumétricas liberadoras. Paramentos en declive que forman terrazas y una estructura de concreto aparente combinada con mampostería, le dan personalidad al proyecto. Sus celosías perforadas aclimatan las fachadas que están contenidas por cancelería curva. Sus rampas de acceso e interior comunican sus dos niveles de manera fluida y suave eliminando las tradicionales escaleras.

Casa das Canoas (Casa Niemeyer). Tomada de: Oscar Niemeyer, Casas. Alan Weintraub/Alan Hess. Ed. Gustavo Gili

Al año siguiente, su aclamada Casa das Canoas, tercera propiedad de los Niemeyer (la segunda fue en Mendes, ya demolida) proyectada por él, acudiría a las curvas y propondría una planta irregular y libre con incrustación de una roca que es propia del terreno que penetra desde el jardín y forma una pared de la escalera principal. Es, de alguna manera, su 'Fallingwater'.

Uno de sus últimos diseños de residencia fue para una de sus nietas, Ana Elisa, en Jacarapaguá, Río de Janeiro, concluida en 2005. La casa, mayormente blanca y rectilínea, es transparente y estructuralmente ligera, ocultándose las trabes y cadenas con limpieza, percibiéndose muros que penetran las losas.

Nunca viajó en avión mientras vivió

Sería casi natural el pensar que un hombre que conoció tres continentes y construyó en más de una veintena de países (con sus dos fallidos proyectos de aeropuerto), sumó muchas millas aéreas en su larga vida; pero la sorprendente realidad es que nunca se trasladó en avión, al menos no en vida. Una severa aerofobia lo aquejaba, por lo que sus viajes más relevantes fuera de Brasil los realizó por mar.

Niemeyer, Costa y sus familias llegando a Nueva York en 1938. Tomada de: laarquitecturadelobjeto.com 

Volvió por barco a la Gran Manzana en 1947 para integrarse a los proyectistas de la sede de la ONU, conducidos por el 'mago' Le Corbusier.

En 1947 con la Junta de Consultores de Diseño de la ONU. Le Corbusier es el segundo de izquierda a derecha. Niemeyer, al centro, sonríe a la cámara. Foto: UN photo, un.org.

Este medio le facilitó alcanzar lugares distantes, incluso en su exilio, yendo a Europa y desplazándose luego entre países ya sea por carretera o por tren. Así llegó a Francia, donde radicó por más de 15 años, despachando desde Campos Elíseos y realizando mayúsculos proyectos en Europa, África (Argelia), Asia (Arabia Saudita e Israel) y, aún a distancia, en Brasil mismo, entre varios otros.

Durante la construcción de Brasilia, en uno de sus tantos viajes por carretera tuvo un percance serio que por fortuna supero tras algún tiempo bajo cuidados.

En la década de 1950, un proyecto lo llevaría a Berlín, Alemania: los departamentos Interbau, en Tiergarten, el parque más famoso de esa ciudad. Para realizarlo, cruzó el Atlántico en un buque y "tardó veinte días, pero se llevó con él a un maquetista y un dibujante, y aprovechó ese tiempo para trabajar […]. Según llegó, presentó el proyecto terminado: ocho pisos sostenidos por una serie de columnas en 've corta', con un ascensor externo", dice la nota de Carmen Sánchez para elmundo.es.

Su única obra en Alemania, fue publicada en el número 2 de Módulo y concluida en 1957. Foto: Wikipedia. Deutsche Digitale Bibliothek / Willy Pragher

La ironía tendría su participación al final de su existencia. 10 días antes de cumplir 105 años, al dar su último aliento en Río de Janeiro, fue reclamado para dedicarle honores de estado en Brasilia, traslado que se efectuó en avión, volviendo de la misma forma a su ciudad natal para descansar finalmente en el célebre panteón de San Juan Bautista (São Jõao Baptista). 

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