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Richard Rogers, el Barón de la irreverencia

Visionario, defensor de sustentabilidad y de la ciudad compacta, Rogers ha desafiado a lo establecido con diseños que ya forman parte de la historia universal de la arquitectura.
lun 15 junio 2015 02:32 PM
Richard Rogers
Richard Rogers - (Foto: Getty Images)

Intelecto británico, sangre italiana

Cumplidos ya los ochenta años, Richard Rogers (Florencia, Italia, 1933) continúa su rutina diaria, y atiende, puntual, las labores de su despacho. Situado en una antigua fábrica industrial de ladrillo a orillas del río Támesis, en la capital británica, su lugar de trabajo ejemplifica la flexibilidad que quiere expresar con su arquitectura, anclada en la importancia del diálogo entre paisaje y estructura.

"Algunos edificios –como este- ya no se utilizan para lo que fueron concebidos. Mi arquitectura comparte esa idea: la forma del edificio no tiene porque reflejar necesariamente el concepto que guarda en su interior", comparte en exclusiva con Obras.

Se intuye en Rogers un ser sociable y vitalista. Con pasitos cortos pero seguros, mientras camina por su ofiocina saluda por su nombre a todas las personas. En su despacho las maquetas de sus principales edificios –Lloyds, Pompidou o algunos en construcción como Leadenhall- destacan como trofeos.  Aquí, la predilección del arquitecto por el color con una alfombra azul chillón y unos sofás fucsias.

"Mi madre era alfarera y siempre he estado rodeado por colores", rememora. Este afán se traslada a su vestuario, combinando colores muy similares a los que decoran su propio despacho.  

A pesar de que su familia se trasladó a Reino Unido en 1939, confiesa que el color forma parte de sus raíces italianas: "al contrario que los ingleses, los latinos y mediterráneos no tenemos miedo al color!" comparte sonriente.

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El ejemplo más claro que esta arquitectura colorista es la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas en Madrid (2005) en el que el arquitecto pone en práctica su vertiente más juguetona a través del arcoíris que domina su interior: "En un espacio de 4 kilómetros de longitud nos pareció más ocurrente usar los colores como punto de encuentro", razona divertido.

Esta calidez y desparpajo de su personalidad y arquitectura hacen que se sienta como en casa en México, país que conoció y visitó en multitud de ocasiones de la mano de Ricardo Legorreta. Al mexicano lo conoció en la universidad de San Diego hace aproximadamente 30 años. Pronto surgió una admiración mutua que se transformó en amistad y en una inmersión de todo lo mexicano, pasando por la arquitectura pero también por la cultura, gastronomía y otros placeres propios del vitalismo que ambos compartían. La casa de Rogers en Londres está decorada con artesanía mexicana que acompaña a las creaciones de su madre.

Esta amistad de tantos años se ha plasmado en el diseño conjunto de la Torre BBVA Bancomer (2009-) en la Ciudad de México, un edificio que como tantos otros del arquitecto comparten una idea central en la carrera de Rogers: invitar al público a compartir un espacio esencialmente privado a través de la accesibilidad, eliminando elementos divisorios de su interior.

"El problema de utilizar columnas que ejercen de núcleo central es que no permiten flexibilidad alguna", razona el arquitecto. "La Torre BBVA Bancomer es el último ejemplo de este concepto: mover elementos del interior al exterior para expresar conceptos centrales en la arquitectura como el efecto que la luz ejerce sobre la masa", añade.

Para dejar claro que esta idea forma parte del "ethos" de su despacho, cita un ejemplo más: Las Cortes de Justicia de Burdeos (1998), un edificio público y solemne pero que también constituye, en palabras de Rogers "un espacio donde aprender sobre lo que es la justicia". "En este caso nuestra búsqueda fue llegar al corazón de problema y preguntarnos, ¿cómo podemos aprender sobre lo que es la justicia? Nuestra solución fue optar por un espacio transparente y visible, ya que los juzgados no son prisiones", justifica.

Avanzado a su tiempo

Su lenguaje arquitectónico no siempre contó con la comprensión del público. Dos de sus edificios más rupturistas, el Centro Pompidou en París (1977) y Lloyds en Londres (1986) se enfrentaron a críticas bastantes duras en el momento de su realización.

A Renzo Piano, co autor del museo parisino, le conoció en Londres unidos por su nacionalidad italiana. Fue por iniciativa de Piano que Rogers accedió a que se presentaran a la competición, proponiendo un concepto que no estaba incluido en el sumario del proyecto: una plaza pública que "creara un lugar de reunión para personas de todas las edades y clases sociales que contradijera la idea de que un edificio es un simple contenedor", desgrana el arquitecto. La competición contó con 700 propuestas y los jóvenes arquitectos resultaron ganadores, lo que constituyó un "milagro" en palabras de Rogers.

Otra de las características de su diseño fue la de incluir elementos como tuberías, ventilación, y cableado en el exterior y cada uno de un color diferente, muy del gusto del arquitecto y que le enmarca en el estilo "High-Tech" británico, que gusta hacer visible los elementos que componen la ingeniería de un edificio. Cuando se inauguró, el diario francés Le Figaro escribió  que "París tiene ahora su monstruo para rivalizar con el Lago Ness en Escocia".

A pesar de su mala prensa, el Centro Pompidou superó todas las previsiones recibiendo seis millones de visitantes en su primer año, más que la Torre Eiffel o el Museo del Louvre.

Sobre las críticas recibidas en su momento, Rogers les quita importancia afirmando que "todas las vanguardias resultan chocantes". Cita un ejemplo de su ciudad natal. "En la Florencia del siglo XIV hubo rechazo hacia edificios como el Palacio Strozzi, que sufrió la negativa popular porque se decía que sus cinco plantas lo hacían demasiado alto".

Su asociación con Piano no fue la primera de su carrera. Tras graduarse en la británica Architectural Association en 1959 se marchó a Estados Unidos para completar sus estudios en la Yale University School of Architecture. Allí conoció a otro premio Pritzker, Norman Foster, con quien formaría Team 4, compuesto además por las mujeres de ambos. Los proyectos abordados eran sobre todo residenciales, influenciados por la arquitectura estadounidense –especialmente la de Frank Lloyd Wright- que el grupo de arquitectos mamó durante su etapa en Yale y viajando por el país norteamericano.

Rasgos característicos de Rogers como la conexión con el entorno y la fluidez entre estancias empezaron a tomar forma, así como el aprendizaje a marchas forzadas sobre la industria británica, poco propensa, aquellos años, a materializar el estilo propuesto por Team 4.

Su último proyecto juntos fue también el más significativo. Con la planta industrial Reliance Control (1967), el despacho dibujó las futuras líneas maestras de sus carreras posteriores: el uso elegante de materiales industriales como el acero combinado con la consciencia social al abolir la separación entre gerentes y trabajadores unificando entrada al edificio.

Aunque, según admite Rogers, todavía conservan la amistad labrada aquellos años, Norman Foster declaró años después de la ruptura de Team 4 que su asociación "era como pertenecer a un grupo de música, las diferencias que nos atrajeron fueron las semillas que al final causaron nuestra separación".

Su equipo, una gran familia

Si de algo se siente orgulloso Richard Rogers es de su oficina, que desde 2007 se denomina RSHP  por su asociación con Graham Stirk e Ivan Harbour y cuenta con 200 empleados divididos entre Londres, Sídney y Shanghái. Igual que con su trabajo, el "ethos"  que transmite y aplica es eminentemente de bienestar social hacia sus empleados. “Este es un espacio privado, pero lo utilizamos como si fuera público”, explica.

Buscando el equilibrio, cuenta satisfecho que cuentan con un tope salarial: "el sueldo de un director no puede ser ocho veces mayor al de un arquitecto junior". Además, los beneficios que obtienen al final del año fiscal se reparten entre todos a partes iguales. "Nos gusta compartir nuestra buena suerte", precisa el arquitecto.

La transparencia que le gusta aplicar a su arquitectura se materializa en las reuniones que se celebran cada lunes y a las que asiste todo el personal. En ellas, se presentan los proyectos actuales del despacho y todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión.

James Leathem, arquitecto asociado que lleva trabajando con Rogers desde 1993, cuenta que "la gente no se marcha y la oficina no despide a nadie, ¡el hecho de que lleve 21 años trabajando aquí lo dice todo!" James ha vivido en Madrid, Barcelona y en la Ciudad de México, gestionando proyectos como la T4 del Aeropuerto de Barajas, Las Arenas (2009) y la Torre BBVA Bancomer. “Cuidan de ti cuando estás en el extranjero y además siempre hay trabajo muy interesante que realizar”, añade.

Rogers ha trasladado uno de los pilares principales de su vida –su familia- al ámbito laboral. Su unión con dos socios más jóvenes –Stirk y Harbour están en la cincuentena- garantiza la continuidad del lenguaje arquitectónico de Rogers y del modelo de gestión implementado en el despacho.

Getty Images

El Rogers político

"La arquitectura es política", reconoce Rogers sin tapujos. Habla con la experiencia propia de quien se confiesa  ligado a la ideología Laborista (socialismo moderado). En 1998, un año después de que el partido ganara las elecciones generales, fue nombrado  presidente de la  Urban Task Force, un organismo creado para, en palabras del Viceprimer ministro John Prescott, "establecer una visión para nuestras ciudades fundadas en principios de excelencia en el diseño, bienestar social y responsabilidad medioambiental". También fue asesor en temas urbanísticos del alcalde de Londres Ken Livingston y de la ciudad de Barcelona.

El arquitecto pudo así dejar huella sobre otra de sus grandes pasiones: la ciudad y su influencia en el ser humano en el tratado Towards an Urban Renaissance. “El entorno urbano y el medioambiental son las dos caras de una misma moneda”, afirma. Gran defensor de la ciudad como punto de encuentro y generador de relaciones, Rogers defiende el modelo de ciudad compacta. "Si tenemos terrenos edificables dentro de la ciudad, ¿por qué construir en el cinturón verde que rodea la ciudad?”" se pregunta.

"Reino Unido fue el mayor país industrial del siglo XIX, por lo que hay muchos terrenos baldíos donde antes había industrias que cayeron en desuso”, razona. "Londres tiene 700 calles principales. Si construimos diez casas en cada una de ellas reforzaríamos la ciudad y revertiríamos la tendencia de construir grandes centros comerciales a las afueras”, defiende Rogers. Y se opone al concepto de "ciudad jardín" defendido por algunos sectores. "Este concepto tenía sentido en los años 1850s cuando las  ciudades eran insalubres y como consecuencia la esperanza de vida era muy baja".

"Durante los años que estuvo involucrado en la política, Rogers dibujó una estrategia sostenible para Londres y Reino Unido", reflexiona Peter Murray, director del New London Architecture. "Sus propuestas iban dirigidas a crear un Londres más compacto con el fin de reducir emisiones, desarrollar centros neurálgicos de transporte y más zonas públicas con más espacio para viandantes y ciclistas. La estrategia que diseñó tiene continuidad bajo el mandato del alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson", añade Murray.

Orgulloso de que los dos últimos premios Pritzker reconozcan una arquitectura más social, advierte del riesgo que supone que los profesionales caigan en el "embelesamiento propio". "En Reino Unido la enseñanza de la arquitectura es más estrecha de miras que en otros países", critica. "Como consecuencia de este plan de estudios, el arquitecto sólo acaba haciendo  edificios, sin pensar que hay un espacio público que hay que considerar", concluye.

Cronología

1933 Nace en Florencia, Italia

1939 Su familia se traslada a Inglaterra

1954 Empieza sus estudios en la Architectural Association en Londres

1959 Cursa un Máster en la Universidad de Yale, Estados Unidos

1963 Crea Team 4 junto a Norman Foster

1977 Diseña el Centro Pompidou con Renzo Piano

1978 Establece Richard Rogers Partnership

1985 Recibe la Medalla de Oro del Royal Institute of British Architects

1996 Nombrado Baron Rogers of Riverside por la Reina Isabel II

2007 Funda RSHP junto con Graham Stirk e Ivan Harbour  

2007 Galardonado con el Premio Pritzker de arquitectura

 

 

 

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Arquitectura

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