Publicidad

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad

Frank Lloyd Wright, el arquitecto que redescubrió a México

La obra del 'más estadounidense' de los arquitectos tuvo conexiones técnicas y emocionales con la cultura mexicana.
mar 04 junio 2013 09:09 AM
Hollyhock House-FLW
Hollyhock House-FLW - (Foto: Tomado de Flickr/suttonhoo)

El arquitecto Frank Lloyd Wright pisó suelo mexicano por motivos culturales, arqueológicos y arquitectónicos en diferentes momentos de su vida. En su carrera hay ocasiones consideradas ‘memorables’ en su relación con nuestro país. Para conmemorar su natalicio, ocurrido el 8 de junio de 1867, presentamos un repaso de algunas de ellas.

Reminiscencias mayas
La Hollyhock House (1918-1920) creada en tiempos turbulentos por la recién concluida Primera Guerra Mundial, se ubica en Los Ángeles, California, EU. La obra denota la característica proporcionalidad de cuerpos que son comunes en las grandes culturas mesoamericanas. Aunque se ha etiquetado en el llamado estilo "Mayan Revival architecture", en especial por su entrada principal con su cuerpo inclinado, los elementos horizontales y el manejo de los vanos y columnatas bien recuerdan al templo de Quetzalpapálotl en Teotihuacán. Incluso las espigas labradas que Wright coloca a manera de almenas, bien pueden ser una interpretación moderna de los coronamientos geométricos de los teotihuacanos, un motivo recurrente también en culturas asiáticas a las que Wright apreciaba igualmente.

La propiedad fue habitada un corto tiempo, debido a su alto mantenimiento. Su dueña original, Louis Aline Barnsdall, la donó al poco tiempo al ayuntamiento de la ciudad, y desde entonces ha alojado distintos usos culturales. En 2007 fue designada Monumento Histórico Nacional.

 

 Tomado de Flickr/Thomahawk1

Wright posthispánico
En julio de 2011, el magnate de los supermercados, Ron Burkle, quien es conocido por comprar casas históricas para preservarlas, decidió añadir a su colección la Ennis House, construida en 1924, también en Los Ángeles. Una inversión de 4.5 millones de dólares (60 mdp) le bastaron para adquirirla.

Publicidad

Sus peculiares texturas se han relacionado directamente con el estilo Puuc de la antigua Uxmal, la cual, junto con Chichén Itzá, es quizá el centro ceremonial más importante de la zona maya mexicana. Wright hizo labrar en 27,000 bloques de concreto, motivos inspirados en esa cultura. Los ornamentos cubren gran cantidad de la superficie de la mansión, ya sea en muros, columnas, trabes o remates, las cuales fungen a su vez como acabados que pretenden denotar longevidad, como la que conoció en las zonas arqueológicas. No se descarta tampoco cierta reminiscencia de Mitla, Oaxaca, obra de origen mixteco-zapoteco.

El hecho en sí es de llamar la atención, puesto que en México escasamente se han retomado las grecas y motivos prehispánicos de manera formal, de acuerdo con los conceptos del neoindigenismo, pues más bien se han empleado en forma escenográfica.

El arquitecto gustó de la sensibilidad y la composición geométrica de las fachadas yucatecas que reinterpretó en esta casa para Charles Ennis. La propiedad fue parte de las locaciones de la película Blade Runner (1982), protagonizada por Harrison Ford, pero no es la única de sus obras que ha sido empleada en el cine.

 Tomado de Flickr/Floyd B. Bariscale

Pirámide estadounidense
El libro "Frank Lloyd Wright, Europe and Beyond", refiere que la extinta revista que fundó Mario Pani, "Arquitectura México" publicó una semblanza denominada "Frank Lloyd Wright y México", aparecida en el número de junio de 1959. Ahí se daba la noticia de la muerte del arquitecto con un retraso de tres meses y, a decir del libro, el artículo que repasaba su obra "consistía principalmente de declaraciones exageradas de las inspiraciones que tomó de la arquitectura precolombina". Esta apreciación seguiría apareciendo una y otra vez, lo cual parecía no molestarle al creativo, quien en 1940 construyó la Pauson House, en una deshabitada zona de Phoenix, Arizona, arrasada poco tiempo después por un incendio.

 Imagen cercana a 1940. Tomado de Flickr/elphotographo

Entre la crema y nata

Casi al terminar el periodo del Presidente Miguel Alemán, fue organizado El VIII Congreso Panamericano de Arquitectos en la Ciudad de México. En octubre de 1952 acudieron las grandes personalidades de aquel momento e invitados especiales como Wright, Walter Gropius y Richard Neutra. Entre los mexicanos estaban Carlos Lazo, quien presidió el evento, Pedro Ramírez Vázquez, como gerente de exposiciones y ponencias, Enrique Yañez y Félix Sánchez B. Wright, erguido, elegante y formal, hizo su magistral aparición en el Congreso, haciendo uso de la palabra sin llevar consigo un discurso escrito. Como era de esperarse, recibió una larga ovación.

Casi una década antes, en 1943, había sido ya nombrado miembro honorario de la Academia Nacional de Arquitectura (México).

Wright al micrófono en el VIII Congreso Panamericano de Arquitectos, 1952. Tomado de Boletín No. 1 CAM-SAM, 1957/Cortesía Alain Prieto

Existió espacio de exposición para 14 países del continente y siete naciones europeas. Hubo apartados especiales para los arquitectos de mayor renombre. Aquel montaje de proyectos y maquetas, en especial la Exposición de Arquitectura Mexicana Contemporánea, tuvo la intervención de Ruth Rivera, la primera ingeniera arquitecta que concluyó esa carrera en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) e hija de Diego Rivera, quienes más adelante tendrían comunicación con Wright para un magno proyecto.

El desdeño por la Ciudad Universitaria
Durante el mismo viaje, la memorable aparición del veterano Wright a la todavía inconclusa Ciudad Universitaria causó revuelo. La ocasión era recordada por el arquitecto Armando Prieto Prince, quien en 1952 estudiaba en la Facultad de Arquitectura de la UNAM todavía ubicada en San Carlos: "Fuimos cantidad de estudiantes para ver qué decía don Frank que llevaba su sombrero y bastón. Cuando fue a Rectoría se asomó desde un piso alto hacia el campus y les dijo a los profesores [Lazo, Pani, etc.] apuntando hacia abajo y recorriendo las facultades que se veían: Allá iba un tren, después chocó y por allá quedaron los pedazos." Su sarcástico comentario destrozaba a su más puro estilo el sembrado de la Ciudad Universitaria y lo hacía controversial, aspecto que siempre destacó en su personalidad.

Frank Lloyd Wright comentando una maqueta. Ramírez Vázquez aparece a la derecha de traje claro. Tomado de Boletín No. 1 CAM-SAM, 1957/Cortesía Alain Prieto

Pero aquella no fue la única declaración políticamente incorrecta del histórico acontecimiento, puesto que el periodista Carlos Flores Marini refiere en su artículo "El debut de la Ciudad Universitaria" de la revista Archipiélago: "Todo era miel sobre hojuelas, hasta que el arquitecto Frank Lloyd Wright se expresó en forma despectiva del conjunto diciendo que eran cajas de zapatos sobre palitos." Pero su frialdad aparente no le impidió escribir también elogiosas palabras para el conjunto: "La Ciudad Universitaria es un notabilísimo homenaje no sólo a México sino a la raza humana. Ella tiene fuerza suficiente para enaltecer a las Américas y obligarnos a reconocer la belleza de la cultura indígena. ¡Viva México!", cita Flores Marini.

Tomado de Fickr/Martian Will

Tour por el DF
En la recordada visita de 1952, alternó sus asistencias al VIII Congreso Panamericano con otras actividades, entre las que destacó la jornada con el ingeniero arquitecto José Luis Hernández Mendoza, un joven que había hecho sus primeras obras con espectaculares rasgos, entre ellas una casa para el famoso actor Fernando Soler y la residencia conocida como "El barco", en Coyoacán, propiedad de Victorio Arana. El recorrido por la ciudad, que se prolongó dos días, sucedió mayormente a bordo del Buick del mexicano y contó además con la compañía de Olgivanna (tercera y última esposa de Wright) y Iovanna, la hija de la pareja.

El hijo del arquitecto, Juan David Hernández Escamilla, escribió una detallada reseña de ese acontecimiento, en la que dejó claro que Wright era receptivo con las ideas que le atraían, lejos de ser un cerrado personaje. Juan O’Gorman aparece en la historia, pero le toca perder la atención del visitante ante el empuje de Hernández.

Frank Lloyd Wright y José Luis Hernández. Tomado de Joseluishernandezmendoza.com

Wright fue conducido por Hernández a la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del IPN, obra de Hernández que se encontraba en proceso. De acuerdo con la narración, es muy probable que un cubo de escaleras en forma de cono invertido haya inspirado la brillante solución del aclamado Guggenheim. La aportación de Hernández a las ideas wrightianas fue reconocida y en una fotografía de ambos la dedica y lo califica como: "un competente ingeniero con imaginación". Este testimonio es uno de los pocos acerca de la agenda no oficial que Wright realizó en nuestro país.

Trotamundos
El sitio web de la Frank Lloyd Wright Foundation ubica en 1953 la presentación de su exposición "Frank Lloyd Wright: Sesenta Años de Arquitectura Viva" en México. La muestra, que abarcaba planos, maquetas, dibujos y otros materiales que compilaban su obra construida y no realizada, viajó a Florencia, París, Zúrich, Múnich y Rotterdam para luego aterrizar en Ciudad de México y de ahí a Nueva York, Los Ángeles y Chicago, donde concluyó en 1956. También se presentó en Manila, Tokio y Nueva Delhi. México resultó ser la única sede latinoamericana de esta muestra.

Portada de la compilación de la exposición presentada en Los Ángeles en 1956. Tomado de 4.bp.blogspot.com

Insospechada contribución
Un gran admirador de Wright era ni más ni menos que el muralista y pintor Diego Rivera.

Es probable que la habilidad del estadounidense por asimilar y sintetizar las culturas prehispánicas en su obra, pero con un carácter moderno, dieran a Rivera motivos para involucrarlo en su proyecto para el Museo Anahuacalli (casa en la tierra entre dos mares), que aloja una extensa colección de arte prehispánico. La obra comienza en 1955 y en ella participan Ruth Rivera y Juan O’Gorman.

La masividad acompañada por arcos de tipo maya y altas troneras son reconocibles en la obra de Wright. El uso de la roca volcánica fue un requisito no extraño al norteamericano, puesto que desde sus obras del siglo XIX, la mampostería fue esencial. Ni Rivera ni Wright lo vieron concluido, ya que fue finalizado hasta 1963. Quien repase sus trabajos catalogados encontrará referencias de que ésta podría ser la única contribución reconocida del arquitecto en una obra realizada en suelo mexicano.

 

Tomado de Flickr/Omar Omar

Tags

Monumentos y patrimonio cultural

Publicidad
Publicidad